Noticias Científicas sobre el Autismo, Julio 2016.

Encuentran alteraciones cerebrales comunes al autismo, el TDAH y el TOC

 Un equipo de científicos de Toronto (Canadá) ha encontrado similitudes en las deficiencias cerebrales en los niños con trastorno del espectro del autismo, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

El estudio, publicado este mes en la revista American Journal of Psychiatry, analizó imágenes de la materia blanca del cerebro de 200 niños con autismo, TDAH, TOC o sin diagnóstico. La materia blanca se compone de haces de fibras nerviosas que conectan los cuerpos celulares de todo el cerebro, y permiten la comunicación entre diferentes regiones del mismo.

«Hemos encontrado alteraciones en la sustancia blanca en el tracto principal que conecta los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro en los niños, ya sea con autismo, TDAH o TOC, en comparación con los niños sanos del grupo de control», dice Stephanie Ameis, primera autora del estudio y médica-científica del Centro de Adicción y Salud Mental (CAMH). Este tramo de materia blanca en particular, el cuerpo calloso, es el más grande del cerebro y de los primeros en desarrollarse.

El equipo de investigación, del CAMH, el Hospital para Niños Enfermos, y el Hospital para la Rehabilitación de Niños Holland Bloorview, también descubrieron que los niños con autismo y TDAH mostraban deficiencias más graves que afectaban a más materia blanca del cerebro que aquellos con TOC.

Este hallazgo puede reflejar el hecho de que tanto el autismo como el TDAH suelen iniciarse a una edad mucho más joven que el TOC, y en un momento en el que varios tractos diferentes de sustancia blanca están pasando por un rápido desarrollo, dice Ameis en la nota de prensa del CAMH.

Autismo, TDAH y TOC tienen síntomas comunes y están relacionados por algunos genes. Sin embargo, históricamente han sido estudiados como trastornos separados.

El estudio forma parte de una importante iniciativa de la provincia de Ontario, la Red de Trastornos del Neurodesarrollo de la Provincia de Ontario (POND), que está examinando diversos trastornos de la infancia relacionados con el cerebro colectivamente, para entender mejor sus similitudes y diferencias, y desarrollar terapias más eficaces y específicas.

Muchos de los comportamientos que contribuyen al deterioro en el autismo, el TDAH y el TOC, tales como problemas de atención o dificultades sociales, se producen en los tres, y difieren en severidad de persona a persona.

Los investigadores encontraron que la estructura de la materia blanca del cerebro estaba relacionada con un espectro de síntomas conductuales presentes en todos estos diagnósticos. Los niños con mayor deterioro cerebral también tenían mayores impedimentos en su funcionamiento en la vida diaria, independientemente de su diagnóstico, dice Ameis.

Este hallazgo tiene implicaciones para nuestra comprensión de la naturaleza de los trastornos relacionados con el cerebro, señala la autora principal Evdokia Anagnostou, del Hospital Bloorview y jefe de la Red POND.
Al haber evidencia biológica de que la estructura del cerebro está relacionada con un espectro de síntomas de comportamiento que se relacionan con distintas enfermedades del desarrollo, se subraya la biología compartida entre tales enfermedades. Y se apunta a la posibilidad de que los tratamientos dirigidos a un espectro de comportamientos pueden ser relevantes para las tres enfermedades.

Este estudio, el primero que se publica utilizando datos de imágenes de resonancia magnética de la Red Pond, fue financiado por el Instituto del Cerebro de Ontario.

Revista American Journal of Psychiatry

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La inducción del parto no conlleva un mayor riesgo de autismo para el bebé

Los partos inducidos son aquellos alumbramientos en los que, ya sea porque no progresan adecuadamente de forma natural o porque su retraso pone en riesgo la salud de la madre o del bebé, se lleva a cabo una intervención, mecánica o farmacológica, para ayudar a traer al neonato al mundo. Una situación que, si bien menos preferible que la natural, resulta necesaria en muchos casos. Sin embargo, esta inducción del parto no se encuentra exenta de riesgos. Y entre los mismos, según han sugerido distintos estudios, destaca una mayor probabilidad de que el bebé desarrolle un trastorno del espectro del autismo (TEA). Pero según muestra una nueva investigación dirigida por investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard en Boston (EE.UU.), parece que esto no es así.

Como explica Anna Sara Oberg, directora de esta investigación publicada en la revista «JAMA Pediatrics», «en nuestro trabajo, en el que hemos empleado familiares cercanos como los hermanos y los primos carnales como grupo comparativo, no hemos encontrado ninguna asociación entre los partos inducidos y el riesgo de autismo. Además, muchos de los factores que podrían conllevar a la inducción del parto y al autismo son compartidos, ya sea total o parcialmente, por los hermanos, caso de las características de la madre o los factores genéticos o socioeconómicos. Por tanto, la constatación de esta ausencia de asociación cuando se compara entre hermanos sugiere que las asociaciones previamente observadas podrían haberse debido a estos factores familiares, que no a la inducción».

La publicación de un estudio en 2013 en el que se sugería la existencia de una relación ente la inducción del parto y un mayor riesgo de autismo hizo saltar todas las alarmas. De hecho, muchos obstetras reconocieron que, dado el gran bombo dado por la prensa a las nuevas evidencias, un gran número de sus pacientes se mostraban preocupadas sobre esta posibilidad, hasta el punto de que muchas se negaban a que se les indujera el parto. Todo ello a pesar de que, como ya habían aclarado los propios autores del estudio, la asociación observada no era causal, es decir, no era del tipo ‘causa y efecto’.

Transcurridos tres años desde la publicación de los resultados, el estado de alarma sigue vigente, por lo que los autores decidieron llevar a cabo un nuevo estudio para establecer si, realmente, existe una relación entre la inducción del parto y un mayor riesgo de trastornos neuropsiquiátricos para el bebé. Y para ello, analizaron todos los nacimientos acaecidos en Suecia entre los años 1992 y 2005 y realizaron un seguimiento de más de un millón de los entonces bebés hasta el año 2013.

Los resultados mostraron que hasta un 11% de los alumbramientos habían sido inducidos, por lo general por complicaciones asociadas al embarazo, caso de la diabetes gestacional o la preeclampsia, o por el avanzado estado de gestación –partos post-término, en hasta un 23% de los partos provocados–. Unos resultados, asimismo, que mostraron que un 2% del total de bebés nacidos, ya fuera de forma natural o inducida, había sido diagnosticados ulteriormente de autismo.

En primer lugar, los investigadores evaluaron la situación de los individuos no emparentados, observado una asociación entre los partos inducidos y el riesgo de autismo similar a la mostrada en el trabajo del año 2013. Pero cuando, en segundo lugar, analizaron la situación de los hermanos con alumbramientos discordantes, esto es, en el que uno de los hijos de la misma madre había nacido por parto natural y el otro por parto inducido, las observaciones previas se fueron al traste.

En definitiva, las nuevas evidencias muestran que los partos inducidos no suponen un mayor riesgo de autismo, por lo que en opinión de los autores, esta preocupación no debería tomarse nunca más como un factor de decisión clínica para acometer o no una inducción del parto.

Como indica Brian Bateman, co-autor de la investigación, «a nivel general, nuestras evidencias deberían ofrecer seguridad a aquellas mujeres que van a dar a luz de que el hecho de que su parto sea inducido no supondrá un mayor riesgo de autismo para su hijo».

Y en este contexto, como concluye Anna Sara Oberg, «es importante tener en cuenta que nuestros resultados tienen que ver con el riesgo asociado a la inducción del parto per se, y no a los métodos o medicaciones específicas utilizadas en el proceso, incluida la oxitocina».

Revista JAMA Pediatrics

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Un nuevo mapa del cerebro permitirá entender trastornos como el autismo

Un nuevo mapa del cerebro en alta resolución publicado en la revista Nature descubre 100 regiones hasta ahora desconocidas del córtex, el área encargada del lenguaje, la percepción sensorial y el pensamiento abstracto, entre otras funciones.

Identificar con precisión la arquitectura del cerebro humano, sus conexiones y la función de cada una de sus estructuras es uno de los objetivos más esquivos para la neurociencia, limitada en ese campo por las dificultades técnicas.

La mayoría de los mapas existentes reflejan una característica neurológica específica y están basados en el estudio de un número reducido de individuos, algo que David Essen y su grupo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington (EEUU) han tratado de cambiar.

Como parte del amplio Proyecto Conectoma Humano, sufragado por el Gobierno estadounidense, los investigadores dirigidos por Essen han creado un mapa a partir de múltiples tipos de imágenes cerebrales de 210 adultos sanos.

Su trabajo divide cada hemisferio en 180 áreas corticales específicas, 97 de las cuales han descrito por primera vez.

Hasta ahora, los mapas elaborados a partir de los datos de unas pocas personas no encajaban en otros individuos, debido a las diferencias entre cada cerebro en particular.

Los científicos han comprobado en esta ocasión con 210 pacientes distintos que sus proyecciones permiten identificar con precisión las distintas regiones a pesar de la variabilidad entre individuos.

Matthew Glasser, otro de los autores del estudio, subrayó que las 180 áreas detectadas hasta ahora probablemente serán más en el futuro.

«No esperamos que sea el número final. En algunos casos, hemos identificado una zona del córtex que probablemente se puede subdividir, pero no podemos delimitar con seguridad esas fronteras con la información y las técnicas actuales», señaló Glasser en un comunicado de su universidad.

Algunas de las áreas identificadas hasta ahora se ponen en funcionamiento cuando una persona desarrolla una actividad particular.

La región 55b, por ejemplo, se activa cuando alguien está escuchando una narración, mientras que otras contienen un mapa detallado del campo de visión o bien controlan algún tipo de movimiento corporal.

Gran parte de las regiones no ejercen una única función, sino que coordinan información procedente de diversas fuentes para regular comportamientos complejos.

«Este avance, largamente esperado, nos permite tener un atlas de referencia que permitirá a los investigadores interesados en la estructura cerebral, sus funciones y su conectividad trabajar con un marco común», señalan los científicos Thomas Yeo y Simon Eickoff en un artículo en Nature que acompaña al estudio.

Los investigadores subrayan que el trabajo permitirá al resto de la comunidad científica avanzar en la comprensión de trastornos como el autismo, la esquizofrenia y la epilepsia.

Gracias al nuevo mapa detallado, los científicos serán capaces de comprender las diferencias entre los cerebros de pacientes con esas dolencias y las personas sanas.

Revista Nature

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Se relaciona el consumo continuado de paracetamol durante el embarazo con bebés con autismo o hiperactivos

La exposición prenatal al paracetamol puede aumentar los síntomas del espectro del autismo y la hiperactividad en los niños, según un estudio liderado por el Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona que publica la revista International Journal of Epidemiology.

El estudio señala que el paracetamol (acetaminofén), empleado mucho durante el embarazo, tiene una fuerte asociación con síntomas del espectro del autismo en niños varones y con afecciones relacionadas con la inatención e hiperactividad en ambos sexos.

Según el investigador del ISGlobal y coautor del estudio, Jordi Júlvez, es el primer estudio de estas características que establece una asociación independiente entre el uso de este fármaco durante el embarazo y los síntomas del espectro del autismo en niños.

También es la primera investigación que apunta a diferentes efectos del paracetamol sobre el neurodesarrollo según el sexo.

El estudio ha comparado a niños y niñas expuestos de forma persistente al paracetamol con los no expuestos, y ha hallado un aumento del 30% de riesgo en algunas funciones de la atención, así como un aumento de los síntomas del espectro del autismo en los varones únicamente.

Los investigadores reclutaron a 2.644 parejas de madre e hijo en un estudio de cohorte de nacimiento en España durante el embarazo.

El 88% fueron evaluados cuando el niño tenía un año de edad, y el 79,9% a los cinco años de edad. A las madres se les preguntó si tomaron paracetamol durante el embarazo y la frecuencia de uso se clasificó como «nunca, esporádica o persistente».

El 43% de los niños evaluados al año de edad y el 41% de los niños testados a los cinco años fueron expuestos a paracetamol en algún momento durante las primeras 32 semanas de embarazo. Cuando se evaluaron a los cinco años, los niños expuestos tenían aproximadamente un 40% más riesgo de síntomas de hiperactividad o impulsividad que los no expuestos.

Los niños y niñas expuestos de forma persistente mostraron un peor rendimiento en el K-CPT, un examen que mide la falta de atención, impulsividad y velocidad de procesamiento visual.

Los varones expuestos de manera persistente al paracetamol presentaron un incremento de dos síntomas del espectro del autismo, comparado con varones no expuestos.

El doctor Júlvez, ha detallado que «el paracetamol podría ser perjudicial para el desarrollo neurológico por varias razones. En primer lugar, éste alivia el dolor al actuar sobre los receptores de cannabinoides en el cerebro. Dado que estos receptores normalmente ayudan a determinar cómo las neuronas maduran y se conectan entre ellas, el paracetamol podría alterar estos procesos».

La explicación de por qué se ha encontrado una relación con un aumento de síntomas del espectro del autismo sólo en varones podría ser porque «el cerebro masculino parece ser más vulnerable a influencias dañinas durante las primeras etapas de la vida», ha detallado la primera autora del estudio, la doctora Claudia Avella-García, investigadora también del ISGlobal.

Revista International Journal of Epidemiology.

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